Sabemos que la pizarra fue usada por el hombre cuando menos desde la Edad Media. Entonces eran, por supuesto, simples tablillas de piedra. Hoy repasaremos brevemente su historia.

Etimología
La palabra pizarra probablemente venga de la palabra compuesta de origen vasco lapitz-arri, que significa ‘piedra de pizarra’.
El sentido de ‘piedra’ lo aporta arri; luego lapitz, a su vez, también significa ‘pizarra’. Y esta última podría venir del latín lapideus ‘pétreo’.
¿Entonces el compuesto significa piedra de piedra? Pues algo así… En cualquier caso, lo que sabemos es que la palabra aparece escrita por primera vez en documentos de 1475.
De la pizarra de piedra a los encerados verdes y negros
Las primeras piedras de pizarra se enmarcaban con madera para evitar el astillado de los bordes. Se acompañaban del pizarrín. Es decir, la tiza de la época, elaborada con base arcilla blanca. Para borrar se usaba una esponja húmeda.

La pizarra de piedra se siguió usando durante siglos pero su fragilidad exigía una alternativa más efectiva. Y menos sensible al desgaste, pues la pizarra es una roca muy blanda. Surgen entonces, como vamos a ver más adelante, los conocidos tableros cuyo barniz especial —de color verde o negro— las pone apellido y así ya hablamos de las pizarras negras y verdes.
Tal barniz era una pintura especial, casi siempre de color verde oscuro o negro, que regulaba la porosidad de la pizarra con un doble objetivo: permitir el trazo con tiza y facilitar su borrado sin dejar rastros. Este salto evolutivo respecto a la pizarra de piedra lleva a que los pizarrones verdes para tiza se popularicen y se conviertan en la herramienta preferida para la enseñanza en la mayoría de colegios, escuelas e institutos.
Con la pizarra sintética de piedra aparecen el borrador en seco; el portatizas; las reglas; y los pentagramas y compases. Esto brindó nuevas posibilidades a la pizarra, que podía así ser empleada para enseñar nuevas materias. Por ejemplo: asignaturas como Dibujo Técnico y Música.
Pero ¿quién inventó la pizarra negra?
Se considera al profesor escocés James Pillans (1778-1864) el inventor de la pizarra negra. James había nacido en Leith, su padre era inicialmente mercante, aunque más tarde trabajaría como impresor.
A pesar de que su padre quiso enseñar a James a entintar papel, este sin embargo, no iba a seguir sus pasos. En 1801 se graduó en la Universidad de Edingburgo, donde sería profesor de Geografía. En una carta de 1815, James describía un método para enseñar geografía usando una pizarra negra.
Sin embargo, lo que James Pillans inventó, no fue realmente la pizarra negra, sino la tiza, en concreto, tiza de color. ¡Perfecta para colorear países, estados, montañas y ríos!
La revolución de la pizarra blanca para rotuladores
Desde el invento de Pillans, los fabricantes y marcas de pizarras continúan mejorando las pizarras. Así se llega, ya en el siglo XX, a la pizarra blanca para rotuladores de borrado en seco. Esto supone una importante mejora, pues en ella, además de poderse escribir y dibujar con colores, se pasa del fondo oscuro verde o negro al blanco, mucho más claro y luminoso.
Con la pizarra blanca la legibilidad aumenta notablemente. Además, aunque también en la pizarra verde se podían usar tizas de colores, se consigue un mejor contraste con los rotuladores de borrado en seco de marcas como Bic Velleda, Edding o Pilot.
La versatilidad de la pizarra blanca y su gama de tamaños la hace el utensilio ideal para hospitales, oficinas, autoescuelas, talleres, fábricas y también centros formativos como academias de idiomas.
Con la llegada de la economía de consumo y el abaratamiento de la pizarra blanca, esta llega a ámbitos más domésticos. Por su utilidad y conveniencia, comunidades de vecinos, para usar en áreas comunes, y la propia gente quieren contar con una pizarra en sus domicilios. La pizarra ya no es algo meramente académico. Y aún no se había dado el salto definitivo.
Pizarras para retroproyección y pizarras digitales
Con el cambio de siglo llegan nuevas pizarras. Por ejemplo, aparece la pizarra para proyecciones, cuyo barniz especial con acabado ultramate permite proyectar sobre ella la imagen de un retroproyector o proyector multimedia, sin que se produzcan reflejos.
Lo anterior permite escribir y dibujar directamente sobre la imagen. Y en las aulas ahorra la necesidad de una pantalla para las proyecciones. Pero nos espera algo aún más innovador.

Finalmente llega; aparece la pizarra digital interactiva, dispuesta a cambiarlo todo. La pizarra digital posee una pantalla sensible a la presión que permite dibujar y escribir en ella con la mano pero también con dispositivos apuntadores, los llamados lápices stylus.
Y así es como, a lo largo de más de 500 años de historia, el esquisto negro queda convertido en una pantalla; y los trazos en luz, en píxeles que imitan ahora los trazos del rotulador o la tiza de antaño.