Algunos objetos de papelería los hemos perdido para siempre; por el contrario, hemos sido testigos de cómo otros cuerpos se las han ingeniado para perdurar en el tiempo, sin apenas ver alterada su estética. Hoy os hablare de cinco de estos últimos entes: cinco productos icónicos de papelería.
Pero dediquemos antes un momento a la memoria de esas entidades perdidas. Una de las criaturas que no volverán es el disolvente del típex. Tal producto dejó de venderse tras el aterrizaje de una nueva fórmula de líquido corrector, gracias a la cual el preciado líquido se preservaba en el frasco, sin evaporarse.
Por el contrario, otros productos de papelería siguen vendiéndose en el siglo XXI conservando el aspecto que tenían a finales del s. XX. Tal vez fuese más interesante hablar de los desaparecidos pero, sin más preámbulos, pasemos a ver cinco de estos entes supervivientes.
1. Bolígrafo BIC Cristal

Es sin lugar a dudas el bolígrafo más famoso del mundo. El legendario BIC Cristal es un claro producto icónico en el mundo de la papelería. Inventado en 1950, este instrumento de escritura pronto cumplirá setenta años. ¿Quién no escribió de pequeño con este bolígrafo en el colegio o el instituto?
El BIC Cristal es incofundible por el diseño hexagonal de su cuerpo de plástico duro. Plástico transparente. Plástico cristal. Un capuchón perforado antiasfixia lo cierra y su orificio central regula la presión ambiental en el interior del cuerpo para evitar escapes de tinta.
Encierra el depósito del boli BIC una peculiar y viscosa tinta con base de aceite. Tinta que oculta con celo su color, pues a duras penas podemos averiguar su tono, a menos que nos pongamos a escribir. Y ello es el porqué del color coincidente con la tinta del capuchón y el tapón que sella el cuerpo de la esferográfica.
El veterano bolígrafo BIC Cristal ha perdurado para convertirse en el referente de escritura con tinta por tres razones. Primero, nunca falla. Segundo, es muy barato. Y en tercer lugar, se puede comprar en cualquier papelería, quiosco, hipermercado, local de reprografía, tienda online de bolígrafos…
2. Lápiz con goma de borrar Staedtler Noris 122

No tan popular como su hermano pequeño, el Noris sin goma de borrar, cuyo terminal luce en color rojo cuando el grafito posee dureza HB. Rara vez dura su borrador lo que la mina, aunque una más larga se quebraría por la fricción al borrar el trazo. Pese a ello, este primitivo útil de escritura es increíblemente práctico.
También el diseño del Noris 122 se ha conservado en el tiempo. Comparte con el BIC cristal el cuerpo de sección hexagonal, inconfundible por sus caras negras y aristas amarillas. La contera de latón que retiene el borrador no nos da pistas sobre su dureza, que debemos leer en el cuerpo.
El doble encolado de la mina al cuerpo asegura la calidad del afilado. El lápiz borrador Noris se fabrica con madera procedente de bosques gestionados de manera responsable y su goma no contiene PVC ni látex. Por todo lo anterior es indudablemente otro producto icónico de papelería.
3. Goma de borrar Milan 430 «Miga de pan»

He aquí la goma, el borrador por antonomasia. Barata, efectiva y a la venta en toda papelería. Un diseño inolvidable en forma de prisma cuadrangular con esquinas suavizadas. Cruza en diagonal, en la cara superior de la goma de borrar, la inscripción de la marca, «Milan». Bajo ella, el número modelo: 430.
La goma 430 es otro icono de la papelería, el borrador que todos hemos llevado en el plumier escolar. Fabricada con caucho sintético blando, la goma borra sin dificultad el papel. A cambio, nos deja sobre la mesa un buen puñado de residuos. Hay quien prefiere gomas de plástico —Milan Nata, Staedtler Mars Plastic— por ser más limpias; mucha otra gente no la cambia por nada en el mundo.
Usada, y abusada, en oficinas, colegios, hogares, la goma Milan queda reducida al final de su vida a una diminuta bolita de color blanco, rosa o verde —tonos en que se vende el mítico borrador—. Celebra su aniversario en el momento en que se escribe este texto, ya que, inventada en 1918, acaba de cumplir 100 años. Este icónico borrador es el legado que deja Milan al mundo de la papelería.
4. Rotulador edding 1200

Cabe preguntarse si el rotulador 1200 de edding hubiera pasado desapercibido de no ser por la forma de su capuchón. ¿Eran los diseñadores de edding conscientes del papel que iba a jugar esta peculiar e inconfundible tapa oblicua? ¿O fue todo producto del azar?
El cuerpo del clásico rotulador edding 1200 es negro, liso, de sección cilíndrica. Su punta, de fibra blanda, tiene forma cónica y nos recuerda al perfil de una bala. Este preciso marcador se fabrica en Alemania y almacena en su depósito tinta basada en agua que soporta los rayos solares.
El icónico rotulador de edding lo tuvo fácil para sobrevivir en el sector por dos motivos. Primero, se desliza extremadamente bien sobre el papel. En segundo lugar, se fabrica en una descomunal variedad de colores, nada menos que treinta tonos.
Dentro del catálogo de edding es el más famoso. Aunque sus hermanos de punta gorda, biselada o cónica, — designados, por ejemplo, con los números 3000 y 500— son también populares en todo el mundo.
5. Marcador fluorescente Stabilo Boss Original

¿Qué otro subrayador de textos es tan conocido como el Stabilo Boss? Para estudiar en casa, para puntear documentos en la oficina, para repasar la lista de contenido en el almacén, para tantas cosas sirve el marcador fluorescente que se nos hace difícil imaginar cómo serían las cosas sin él.
Hasta tal punto es esto así que la marca se usa por antonomasia como sinónimo de marcador: «Pedro, pásame el Stabilo». Hoy el más vendido en Europa y fabricado por la empresa alemana Stabilo Schwan —identificada por un cisne y una circunferencia—, bajo su diseño esconde una curiosa anécdota.
En efecto, el diseño trapezoidal de su cuerpo —sin duda un diseño acertado pues se adapta bien a la mano y no rueda en la mesa— fue más producto de la frustración que de la inspiración de las musas. Como colofón a esta colección de productos icónicos de papelería repasaremos brevemente la anécdota.
Durante la fase de diseño, Günter Schwanhäusser, inventor del Stabilo BOSS, había encargado a su equipo, la construcción de varios modelos en arcilla, con el propósito de escoger la forma del cuerpo. Sin embargo, ninguna de las propuestas de los diseñadores, casi todos con formas cilíndricas, le parecieron bien a Günter. Cuentan que uno de ellos, preso de la ira, aplastó uno de los modelos; ese fue finalmente el elegido.