La acuarela es una técnica artística húmeda; es la más fluida de las pinturas; es solo un poco más consistente que el agua. En el campo de las Bellas Artes, artistas y pintores la consideran una de las técnicas más díficiles de dominar. Aprender a usar acuarelas no es nada fácil y la invención de los lápices acuarelables tiene que ver con esta dificultad.
En una obra a la acuarela bien ejecutada no se notan las pinceladas: las transiciones de color son suaves y delicadas. Lograr los buscados —y bellos— efectos de luces y transparencias de las acuarelas es una tarea ardua. Los lápices acuarelables brindan la posibilidad de obtener efectos parecidos sin tener que dominar la técnica de las pinturas al agua.

¿Qué son los lápices acuarelables?
¿En qué se diferencian los lápices de colores acuarelables de los normales? El secreto de los lápices acuarelables se oculta en su mina: es soluble en agua. En efecto, a duras penas los distinguiremos por su aspecto externo, a menos que el cuerpo de madera nos lo señale. Algo que suele ocurrir.
De hecho, fabricantes de lápices acuarelables como Faber-Castell, Staedtler o Caran d’Ache graban o imprimen en sus pinturas coletillas como Acquacolor, Aquarell, Watercolor, etc. Así las podrás diferenciar de los clásicos lapiceros de madera.
Resumiendo, los lápices con mina acuarelable hacen viable recrear el aspecto de dibujos a la acuarela a través de un sencillo proceso creativo que está al alcance de cualquiera. Gracias al acuarelado, se puede imitar la belleza de la acuarela —su particular transparencia y reflejo de la luz— sin la tortuosa curva de aprendizaje que exige este material.
Cómo acuarelar los dibujos
Tres son las técnicas que existen para acuarelar los dibujos con lápices acuarelables. La primera, que es la más sencilla, consiste en aplicar el color directamente, es decir, en seco, como si fuesen lápices clásicos. Terminada la fase de dibujo, se retoca el lienzo con un pincel humedecido en agua. El agua obra el milagro al disolver los trazos del lápiz.
En segundo lugar, se puede humedecer antes el soporte usando una esponja, bayeta o paletina ancha. Sobre el lienzo húmedo la mina del lápiz se disolverá ligeramente y dejará un color difuminado y cremoso. Posteriormente, si fuese necesario, se pueden retocar con el pincel.

Finlamente, la tercera alternativa, un pequeño truco que conocen bien los artistas, es cargar la pintura directamente en el pincel. Para ello solo se ha de mojar el pincel en agua y llevarlo suavemente a la punta del lápiz. Las cerdas disuelven disuelven la mina y el pincel queda cargado de pintura. Esta técnica es eficaz para aportar color una vez iniciado el proceso del acuarelado.
¿Dónde comprar lápices de colores acuarelables?
Los lápiceros acuarelables se compran en tiendas especializadas en materiales de Bellas Artes, en papelerías online o incluso en Amazon. Como con los pasteles al óleo o los lápices de colores tradicionales, encontramos varias calidades y precios.
Las marcas blancas o escolares ofrecen un estuche de doce colores acuarelables por poco más de tres euros. En el extremo opuesto, la gama profesional de Faber-Castell —Albrecht Dürer— o la serie Watercolour de Derwent brindan pinturas profesionales acuarelables para artistas cuya calidad baila al son de su precio.
Para finalizar, es habitual que los lápices acuarelables para las Bellas Artes incluyan el nombre del pigmento de color (y a veces un número que lo identifica). También es lo habitual en pinturas acrílicas y al óleo: azul ultramarino, sombra tostada, tierra sombra, etc. La razón es que estos lápices se pueden comprar individualmente.
